No tienes que ser perfecta

Bueno, esto puede sonar a cliché, ¿verdad? A mí me lo dijeron en más de una ocasión y, claro, yo pensaba que lo entendía a la perfección. Creía que podía reírme de mis errores (bueno, al menos de algunos) y aceptaba que no tenía que ser perfecta… pero, la verdad, al mismo tiempo me regañaban o me castigaban cada vez que cometía un error. Así que sí, tenía claro que no podía ser perfecta, pero el mensaje se sentía contradictorio.

El peso de las expectativas: Entre ser suficiente y ser perfecta

Es curioso porque todos entendemos que no podemos ser perfectos, y aun así, nos castigamos por ello. Nos reprochamos por no ser lo suficientemente rápidos, por no saber exactamente qué quiere el jefe en el trabajo, por cometer el mismo error más de dos veces… Y la lista sigue.

Pensaba que comprendía el verdadero significado de "no ser perfecta" porque admitía mis errores en cosas que no me importaban: como no saber cocinar, ser malísima en los bolos o fallar en un juego de mini golf. Eran cosas que no pesaban tanto para mí. Pero cuando se trata de aquello que realmente nos importa, como el trabajo, la relación con tu pareja o esas metas que sientes que la sociedad no perdona… ahí es donde la frase de “no tienes que ser perfecta” se vuelve más difícil de aceptar. Ahí es donde entra la ansiedad, cuando sientes que no estás a la altura de lo que deberías ser.

Entender la teoría no es lo mismo que aplicarla

En mi caso, pasé años reconociendo que no tenía que ser perfecta en lo que "no importaba", pero en las cosas que realmente significaban algo para mis papás, como mis calificaciones en la escuela, no me permitía fallar. Lo mismo me sucedía como deportista: los errores no estaban permitidos. Podía castigarme por mencionar mi nombre más de tres veces en una misma rutina porque, para mí, cada detalle importaba.

Y ahí es cuando me pregunto: ¿por qué no podemos aplicar esta misma flexibilidad a todo lo que nos rodea? Quizás así nos presionaríamos menos y las cosas nos saldrían mejor. Quizás así disfrutaríamos más. Imagínate ir por la vida queriendo disfrutar lo que haces y no presionándote todo el tiempo porque no está saliendo perfecto.

Mis consejos para aceptar que no tienes que ser perfecta

1. No te castigues por preguntar una tercera vez, por equivocarte o por no ser tan buena como te piden que seas. Recuerda que todo cambia, todo evoluciona. Así como hoy puedes ser la peor en algo, mañana podrías ser la mejor. Aprende a estar en paz con cómo comienzas. Toma cada error como una lección, crece, florece, y no te olvides de disfrutar el proceso.

   
   

2. No prestes atención a las críticas que no te hacen crecer. Recuerda que las personas que hoy te critican no conocen tu potencial. Si ellos se descuidan, mañana podrías ser mejor que ellos. Aprende a tomar las críticas como lo que son: opiniones que pueden reflejar más de la otra persona que de ti misma.

   
   

3. No te cierres al aprendizaje ni a la mejora. A veces, usamos la aceptación de nuestras imperfecciones como excusa para no mejorar. Pero cualquiera puede volverse bueno en algo si se lo propone. No subestimes los aprendizajes, por pequeños que parezcan. Tal vez creas que aprender a nadar, tocar piano o ser la mejor mesera o mesero no tiene sentido hoy, pero un día te sorprenderás de cómo estas habilidades aparentemente simples pueden marcar la diferencia.

   
   

4. No te tomes la vida tan en serio. Sé que la sociedad nos vende que tenemos que tener el trabajo perfecto, la familia ideal y subir fotos a redes sociales desde cada rincón del mundo. Claro, esas cosas suenan lindas… pero no lo son todo en la vida. Vive para ti y para tus sueños, no para lo que los demás esperan que logres. Si hoy tienes un trabajo promedio, no vives en una casa lujosa y no has viajado en todo el año, eso está completamente bien. No tienes que ser perfecta ni seguir un guion.

Conclusión: Aprende a disfrutar el proceso

La vida no se trata de cumplir con las expectativas de todos. Se trata de encontrar tus propios ritmos, cometer errores, aprender y, sobre todo, vivir en paz con la persona que eres ahora, con todo lo bueno y lo imperfecto que eso trae.