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Retirarte como deportista

  • amayavelazquez13
  • 16 ago 2024
  • 4 Min. de lectura

Muchas veces me han hecho la misma pregunta: ¿Cómo es que te retiras de algo tan grande y sigues con tu vida como si nada? La verdad es que no es nada fácil…

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El retiro de una vida dedicada al deporte

Para dar un poco de contexto, retirarse como deportista no es sencillo. La mayoría de nosotros comenzamos a practicar deporte a una edad muy temprana; en mi caso, a los 5 años. Esto nos lleva a vivir una vida completamente diferente a la de quienes no lo hacen. Mi camino para llegar a ser quien soy ahora ha sido complicado. Si me sigues en redes sociales y piensas "¡Wow, qué vida tan increíble, me gustaría tener una vida así!", te doy la bienvenida a este blog, donde voy a romper esa burbuja.


Mi historia: De la natación artística a la vida cotidiana


La vida de los deportistas empieza desde la niñez. Comenzamos a competir desde muy pequeños y a relacionarnos con personas que también están inmersas en este mundo, lo que poco a poco nos convence de que es lo único que existe. A medida que crecemos, nos damos cuenta de que no somos como los demás. Mientras tus amigos van de fiesta en fiesta y salen a centros comerciales para ir al cine como típicos adolescentes, tú estás inmerso en un mundo donde entrenar hasta la perfección es lo más normal. De todas las cosas que me perdí durante mi adolescencia, lo que más me gustó fue evitar la presión de encajar o los conflictos con mis padres para ir a fiestas, ya que para mí, estar lista para los nacionales era lo más importante.


Desafíos emocionales y mentales al dejar el deporte


Después, todo se vuelve más serio. La escuela y la familia pasan a segundo plano, después del deporte. En mi caso, elegí una carrera universitaria que fuera fácil y accesible para poder compaginarla con mis entrenamientos. ¿Adivinan cuál fue? Sí, Comunicación.


Viví en un internado para deportistas y, después de unos años, me convencí de que el deporte era lo mejor del mundo y que no había nada superior. Si estás leyendo este blog y te identificas, y aún no has descubierto que estamos equivocados, bienvenido. Y si ya lo sabes, bienvenido también.


La realidad detrás del alto rendimiento


Volviendo a mi experiencia personal, empecé a dejar pasar muchas cosas que me lastimaban solo por querer seguir en el deporte que más amaba. Mis entrenadores podían gritarme de todo, y yo simplemente agachaba la cabeza… "Esto es el alto rendimiento", me decía, "Debo soportar si realmente quiero ser la mejor". Repetía esto cada vez que quería llorar.

De repente, dejé de disfrutar competir. Mi ansiedad por no hacerlo bien era cada vez peor; no disfrutaba los entrenamientos, no soportaba a mi entrenadora ni nada de lo que me decían, sin importar qué fuera. Tal vez fue un error no haberme tratado con un especialista en salud mental, pero ya todo estaba mal. Terminaba llorando porque no quería entrenar, y lo peor de todo es que lo normalicé. Pensaba que este era el alto rendimiento, y que solo las valientes llegamos. Spoiler: Qué equivocada estaba.

Cuando llegó la pandemia y me mandaron a casa, me sometí a dietas muy estrictas porque, claro, soñaba con unos Juegos Olímpicos. Los primeros meses de pandemia hice hasta lo imposible para entrenar y regresar a la alberca fuerte y lista para competir en unos meses.

Entonces, algo cambió. Volví a entrenar con mi antigua entrenadora, practicamente la que me enseñó a nadar, quien me recordó lo que realmente era el nado sincronizado, mientras todo lo relacionado con el COVID seguía su curso.

Fue ahí cuando recordé lo que realmente significaba entrenar por algo que te apasiona y te gusta. Recordé por qué entrenaba, recordé que este era un deporte que realmente amaba y me encantaba. (Mi vida durante el COVID la dejaré para otra entrada de blog).

El tiempo pasó, y entendí que lo que vivía como seleccionada nacional no era normal, y que, aunque me doliera, ese ya no era el camino que quería seguir. Entonces viene la gran pregunta: ¿Cómo te retiras de ser deportista cuando lo has sido desde los 5 años?


Consejos para una transición exitosa


Bueno, mis consejos para esto parecen sencillos, pero realmente me han costado años de terapia:

  1. Encuentra algo que te apasione. 

    Ya fuiste deportista, ya te quedó claro que para ser el mejor no bastan tres años. Por eso, tu carrera no será suficiente. Ve, especialízate, prepárate y dedícate a ser el mejor en lo que sigue.

  2. Intenta encontrar estabilidad económica. 

    Este paso no es nada fácil. Si tienes que trabajar en algo que no te gusta para poder establecerte, no te preocupes, nada es eterno. Recuerda que la vida son etapas, y está bien. Siempre y cuando no te quedes estancado ahí.

  3. Apóyate en personas que no sean deportistas. 

    Sé que esto suena raro, pero es mejor si te das cuenta, a través de otros amigos, de que hay un mundo más allá de ser deportista. Habla con más gente, pregúntales sobre sus vidas, dónde estudiaron, qué les interesa. Te darás cuenta de que existen temas mucho más amplios que los de tu deporte y las competencias.

  4. Sé paciente. 

    Habrá días en los que sueñes que sigues practicando tu deporte o que estás con tus compañeros, aquellos con los que antes pasabas todos los días. A veces sentirás nostalgia. Abraza esos sentimientos y sigue adelante.


Esto no termina aquí


Cada semana comparto algo nuevo sobre mis experiencias y los consejos que me han ayudado a salir adelante. Recuerda que no soy una experta en el tema; simplemente me gusta escribir, ya que es una de las formas en que proceso mis sentimientos. Todo lo que relato aquí se basa únicamente en mi experiencia personal.

 
 
 

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